
Soy una mujer, joven, por la setentena
entendida de muchas cosas
incluso universitaria,
política:
con un buen par de piernas
y tetas todavía firmes:
caliento a los machos, a los jueces también,
bárbaro: así de mí hablo, puta vanidosa.
No tengo pene, por ejemplo.
No tengo pene y no tengo culpa.
Y no sé
si esto va en broma.
Y no sé
si esto es
en serio.
Yo me llamo Dilma Rousseff
y es mucho, demasiado,
lo que me pajeo. Pero,
no puedo remediarlo.
Me encanta estar echada
y yo solita dármela.
Pienso en las dos veces que casi muero
-torturada y enferma-
y se me sacude todo el cuerpo
de placer.
También lloro
en pleno día a veces
(¡esos sí que son días plenos!).
Economista, ex-presidenta
me cago sin embargo
me recontracago en la justicia de este mundo
en TVGlobo y en Eduardo Cunha,
en todas las cuentas nacionales
que no sean la cuenta del pueblo,
en todos los jueces de cuarta
que intenten juzgarme ésta.
Dilma Rousseff yo me llamo,
en la cárcel me decían
la Juana de Arco de la subversión o
la Papisa de la guerrilla,
soy de una familia de la clase
trabajadora brasilera.
( Crivella: ” Não existe meio-termo. Quem está com Deus luta contra o diabo e seus demônios.” )
Fue un piloto
-yo me llamo Dilma Rousseff-
el que dijo mientras Lula viajaba en helicóptero,
“Manda esse lixo
janela abaixo aí”.
Ahora en su lugar deberíamos poner
un puñado de cenizas, humedecidas por las gotas
de sudor de hombres negros.
Las ametralladoras salvadoras son,
aunque un sorete me importan,
neuronas muertas,
ladrones muertos,
VAR-Palmares muerto,
democracia muerta.
Con ella valúa y devalúa
el economista demente
y así,
aunque acabo con mi concha
humedecida por el amor de un pueblo pobre
y el sudor de un puñado de negros,
así el loco de la economía
y el paquete armado con sus neuronas muertas,
así construyen el infierno
en este Brasil de tierra.
Un orgasmo sin pija es una paja.
Un impeachment sin crimen
es un golpe.
Yo no soy pobre.
El cono Sur, la tortura y el hambre
y las ejecuciones y las boletas,
Latino
América,
todo eso me divierte.
(Reescritura de “Juana Blanco” de Osvaldo Lamborghini)